En la publicidad hay que prepararse para correr un maratón
Tras 16 años de carrera en la publicidad, Daniel Ávila afirma que le corresponde a las personas y a los responsables de las cuentas que le brindado la oportunidad de trabajar con y para ellos, calificar su trayectoria. En el camino profesional aprendió, entre otras cosas, que “la publicidad es un trabajo de resistencia y que los resultados tardan en llegar. Es un proceso de largo plazo. Hay que prepararse para correr una maratón”.
Llegó a Ogilvy como redactor y 6 años después pasó a ser el director general creativo. A Daniel no le gustan mucho las palabras éxito, reconocimiento y triunfo. “Dicen algunos, entre ellos mi líder en Ogilvy, que uno es tan bueno como su último entregable”.
Ha tenido la fortuna de trabajar en campañas para el Mundial de fútbol, de hacer el contenido global de Navidad para la marca más icónica del mundo o de desarrollar la campaña global para Tokio 2020, pero para él eso no significa nada si el siguiente trabajo no supera al anterior. “Eso creo que resume mi compromiso con Ogilvy. El brief que viene tiene que desarrollarse mejor. Es un reto que no se acaba nunca. Un desafío que me gusta encarar cada vez que inicio un nuevo proyecto”.
La publicidad tiende, puntualiza el creativo, “y esa es una condición que en algunas ocasiones yo encuentro como un problema de nuestra industria”, agrega. Según comenta, el sector tiende a la tecnología, tiende a la innovación, tiende a la data, y a lo único que debería tender es a las ideas. “Si es buena, ponle la decoración que quieras. Si no, seguiremos viendo campañas de orden cosmético, que no le van a interesar a nadie”, enfatiza.
Desde su posición de líder dentro de Ogilvy, ofrece varias recomendaciones a las nuevas generaciones que incursionan en la industria de la publicidad: 1. Prepárense para una carrera de resistencia. 2. Estudien actuación para divertirse vendiendo sus campañas y negociación para que no les metan goles y sean ellos quienes les hagan. 3. Nunca traicionen su criterio. 4. Si no les gusta la publicidad, déjenla.
“Lo que hace tóxica la relación con nuestra profesión es la cantidad de gente que la odia y que, increíblemente, sigue en ella porque le ayuda a pagar deudas”, concluye.