El desafío de saber detenerse
Una de las cosas que más nos puede costar hacer como seres humanos es aprender a no dar una respuesta automática en situaciones que pueden representar un verdadero reto de crecimiento para nosotros, debido a lo complejas que pueden llegar a ser.
Sí, ya sé lo que estás pensando: todas las situaciones adversas son complejas y muy diferentes, pero yo no me refiero a aquellas situaciones inesperadas que descolocan tu vida, sino aquellas en las cuales nos metemos a propósito porque deseamos alcanzar objetivos de vida: una carrera universitaria, algún entrenamiento de alto impacto a nivel físico, un puesto de trabajo… ¡Aquello que tanto anhelas lograr!
En esos casos, es necesario confiar en nuestros talentos, para poder superar lo que tengamos al frente, así como tener la actitud adecuada para ello. ¿Por qué? Porque si nos hemos metido en ello, es porque nuestra intuición nos dice que tenemos la capacidad para lograrlo.
Evidentemente, es perfectamente normal cambiar de parecer en muchas ocasiones. Sin embargo, hay que aceptar que con frecuencia, las personas abandonamos nuestros proyectos por nuestro propio desánimo, más que por la falta de habilidades para alcanzar ese objetivo inicial.
Y añado algo más: el hecho de desistir ante un proyecto que consideraste apropiado para ti en un principio, no quiere decir que tú no tengas lo que se requiere para lograr otras metas, en otro tipo de escenarios. Deja de preguntarte “¿en qué lío me he metido?”, y comienza a indagar más bien en ti con cuestionamientos como: “¿con qué aptitudes y características cuento para resolver este desafío?”.
Son las situaciones incómodas las que nos hacen crecer como personas, así como tampoco tenemos que tener las respuestas a absolutamente todo, sino la vida no tendría sentido alguno. Así que date el permiso de intentar y fallar cuantas veces lo consideres necesario.
Lo importante es que sepas que, más allá del tamaño del reto personal que te hayas puesto por delante, tu actitud podrá convertirse en tu gran aliada o en tu peor enemiga. Atrévete a mirar más allá de lo que tienes al frente, en ti están las herramientas para hacerlo posible.
De esta manera, no solamente te estarás ayudando, sino que con tus actos estarás inspirando a otras personas a trabajar por lo que desean.
Así que antes de abandonar el barco ¡detente! Analiza el escenario y tu posición en él. Seguramente, no todo es tan turbio como tu pesimismo te quiere hacer ver.