Carta de Santa al mundo
Polo Norte, 1º de diciembre de 2024.
Querida humanidad, escribo para pedirles paciencia porque este año la tendré muy difícil. Miren que el mundo ha cambiado tanto como los duendes, a quienes ya no les puedo decir duendes, sino seres mitológicos de estatura comprometida.
Todo empezó porque me informaron que pagaría menos impuestos si reducía el uso de papel en la fábrica, por lo que dejé de aceptar cartas en físico, para solo recibir e-mails. La cosa es que ahora me envían tantos, que se me llena la memoria del correo y me lo bloquean dizque “por mi seguridad”. Y las pocas cartas de papel que me llegan no las entiendo, pues como ya casi nadie escribe a mano, cuando lo hacen tienen la letra como médico borracho.
Además, la gente solo me pide cosas que están llevando mi fábrica a la quiebra, pues todas están hechas en China y llegan por delivery. Por ello me vi obligado a recortar la nómina (la cual ya era corta por tratarse de puros seres mitológicos de estatura comprometida). Aparte, que es muy difícil complacerlos a todos, porque me piden cosas como teléfonos o consolas de videojuegos y cuando se las dejo debajo del arbolito, resulta que ya salió una más nueva.
Y tengan un poco de consideración con mis capacidades de espacio, por favor. Porque ahora no solo me piden regalos para ustedes, sino además también para sus mascotas (¡que son hasta más caros!).
Es que no sé a dónde va a parar esta cultura pet friendly. Hasta yo la tuve que implementar aquí en la fábrica con Rodolfo y los otros renos y ahora esto parece un baño de autobús tras un viaje de 14 horas. Los renos se comen los regalos y se hacen por todos lados, mientras nosotros solo podemos comer en el comedor y hacer en el baño.
Luego está el tema de la inclusión laboral. Yo pensaba que con los seres mitológicos de estatura comprometida ya cubría toda la cuota de minorías, pero no. Ahora resulta que su minoría es mayoría y me faltan minorías. Menos mal que pude resolver contratando a unos migrantes que llegaron al Polo Norte caminando desde Sudamérica.
Después, se apareció un pelotón de defensores de derechos de los animales pidiéndome que liberara a los renos porque están en peligro de extinción y porque jalar el trineo es maltrato animal. Les dije que, si querían su Navidad, que lo jalaran ellos, pero se negaron. Me dijeron que les dijera a los migrantes.
Todo eso me llevó a buscar otro método de transporte. Primero pensé en un trineo a gasolina, pero ni me quiero imaginar las noticias: “¡Santa quema combustibles fósiles!”. Entonces opté por un trineo eléctrico, pero ahora tendré que estar toda la Nochebuena parando en casas para enchufarme y recargar la batería. Espero no me agarre un apagón.
Es que además nos visitó un médico de salud ocupacional y por mi edad me recomendó bajarle dos al trabajo y pasar toda la Navidad a modalidad home office, pero a ver… Una Navidad sin Santa es como un partido de béisbol sin nalgadas, por lo que negociamos que hiciera las pausas activas mientras recargaba la batería del trineo. Esperemos ése sea el único retraso. No vaya a ser que al GPS me mande por dónde no es.
Aunque gracias a ese asesor, descubrí que ya no soy un gordito barrigón simpático, sino un ser con obesidad mórbida y principios de diabetes tipo 2. Por eso les pido: si me van a dejar galleticas y leche, que las galleticas no tengan azúcar y que la leche sea descremada y deslactosada.
Por otro lado, háganme el gran favor de decirle a los vigilantes de sus edificios que estaré llegando el 24 ó el 25 para que no me confundan con un ladrón. ¡Ah!... pero díganles que este año quizás llegue con la barba teñida de negro. No entraré en detalles, pero es que la señora Claus me salió con que yo la oprimía y ahora me dejó por un duende mal parido veinte años menor que yo. Entonces bueno… entenderán que estoy nuevamente en el mercado para tener un ju, ju, ju…
Aclarado todo esto, espero verlos pronto. No importa si me esperan dormidos o despiertos (porque igual están tan pegados a sus teléfonos que ni se darán cuenta de cuando llegue). Aunque juro no defraudarlos. Así tenga que mudarme a la misma China porque ya nada de lo que me piden se hace aquí, en este derretido Polo Norte.