El impacto de la pandemia del COVID-19 no se iguala a ningún fenómeno de estos tiempos, al punto que todavía los países siguen enfrentándose a importantes retos en materia sanitaria, económica y social.
Lo que si podemos reconocer es que ha pasado un año, por lo menos en República Dominicana, ya podríamos hacer una lista de aprendizajes y valuar cómo fue la gestión de la comunicación para la Seguridad y Salud en el Trabajo tanto a nivel público, como privado.
Cabe resaltar que se han logrado avances en el país en esta materia, pero todo lo ocurrido desde marzo 2020, cuando iniciaron la implementación de medidas restrictivas y de confinamiento, nos demuestra que queda mucho por hacer. Hagamos un análisis de los siguientes puntos:
Debemos reconocer que desde que se hizo el anuncio de la llegada de COVID-19 al país, la gestión de las organizaciones se concentró más que nunca en lo humano y en trabajar de adentro hacia afuera, buscando garantizar, la protección, salud y bienestar primero de los colaboradores y luego de toda la población en general.
Quienes no contaban con este primer punto, tuvieron mayores dificultades para poder ejercer un liderazgo efectivo y para el rediseño que fue necesario hacer al cambiar las formas de trabajo y lograr una rápida transición de los procesos y tareas hacia lo virtual.
Esto sumado, a manejar los niveles de incertidumbres, miedos, en algunos casos pérdidas humanas, los cambios de horarios, las limitaciones de algunos por la falta ciertas habilidades y destrezas que se necesitaban para adaptarse a las nuevas formas de trabajo. Además, del reto de lograr el compromiso y lealtad que se requirió para gestionar casos de cumplimiento de horario en medio del confinamiento, suspensión, o que los colaboradores fueran lo suficientemente responsables como para reconocer cuando estaban contagiados o habían sido expuestos ante alguien con la enfermedad.
Queda claro, que hoy más que nunca se necesita invertir capacidades, recursos y esfuerzos para tener una buena comunicación interna que permita establecer una cultura organizacional sólida, clima organizacional positivo, identificación y compromiso de los colaboradores hasta convertirlos en embajadores y promotores de la marca.
Todavía se sigue viendo el tema de crisis desde la reacción y atención, no desde la prevención, lo cual implica altos niveles de riesgos y por supuesto lo que no se ha entendido, en términos financieros,
la inversión es mayor cuando tenemos que enfrentarla, a cuando podemos prepararnos. Queda claro, que el impacto fue distinto para quienes sí tuvieron este tipo de preparación.
Estas son solo algunas reflexiones, pero considero un buen momento para que las empresas e instituciones públicas hagan una evaluación sobre su manejo, aciertos y retos frente al impacto de la pandemia.
Asimismo, que se compartan cuáles fueron los mecanismos, programas, estrategias y procesos efectivos, así como comenzar a promover que se diseñen planes e iniciativas que permitan estar mejor preparados en lo adelante.
Por supuesto, es necesario seguir haciendo conciencia sobre la importancia de contar con capacidades y recursos en materia de SST y comunicación, especialmente todo los que menciono arriba, para garantizar la seguridad, la protección y el bienestar de quienes sustentan con responsabilidad, amor y compromiso nuestra productividad nacional. Cuidar la vida de nuestros colaboradores, es darle mayores posibilidades de vida a nuestras organizaciones.