El arte y la técnica de construir buenas narrativas

Una buena historia es, en el fondo, una narrativa convincente que al ser compartida, es capaz de atrapar la imaginación de la audiencia y empujarla a tomar decisiones de acción que se aproximen a nuestro objetivo. En este sentido, debemos separar en dos grandes bloques el trabajo que supone crear y aplicar narrativas para hacerlas convincentes. Para crear una narrativa convincente, esta debe fundamentarse en los valores y aspiraciones de quien la construye, manteniendo un equilibrio favorable frente a las narrativas alternas o competidoras de aquellos que, como nosotros, también construyen sus propias historias para poder lograr objetivos que, en ocasiones, contrastan con los nuestros.

El proceso de creación de una buena narrativa, según Mary Crannell, profesora de gerencia de la confrontación y narrativa de la Universidad George Washington, debe considerar como premisas fundamentales que esta sea concisa y de longitud apropiada, favoreciendo con ello el impacto que se pretende alcanzar. Entre sus contenidos, se hace necesario incluir elementos que permitan establecer credibilidad, y para ello, la data dura y los elementos verificables contribuyen en esa dirección. Las narrativas convincentes deben generar identificación y empatía a través de su calidad emocional, usando para esto desde ejemplos, hasta experiencias personales y/o anécdotas de quien la conduce. Este enlace emotivo contribuye a agregar elementos necesarios para resonar y crear las imágenes necesarias en la mente de la audiencia, esto, con el fin de promover un curso de acción determinado en ella.

Por otra parte, esa capacidad para integrar elementos del discurso en términos facticos y emocionales requiere de un rostro, un individuo que tenga las habilidades necesarias para darle “vida” a la narrativa, una persona que se convierta en la “viva imagen” de lo que la narrativa pretende transmitir y, en consecuencia, se hace propietario e identificador de ella. Es esta persona quien estratégicamente define, con criterio alineado a sus objetivos y al sentido de oportunidad, el momento más efectivo para comunicar, seleccionando a su vez la escenografía necesaria para potenciar el efecto deseado ante los grupos de interés a la que será expuesta.

Una buena narrativa debe cuidar el momento, tanto en la sincronización de las acciones y ejecutorias que le dan soporte y credibilidad, como en la medición permanente del efecto que va generando en las audiencias a la que será expuesta, solo de esa forma logrará, permanentemente, recalibrar sus contenidos sin perder la esencia de la que se compone, sus valores y aspiraciones.

En este sentido, Mary Crannell nos propone los componentes para producir una narrativa convincente a través de considerar los siguientes elementos:

1.- Identificar la narrativa con nuestros valores y aspiraciones. 2.- Equilibrar el alcance de acuerdo a nuestros objetivos. 3.- Imprimirle personalidad. 4.- Hacer foco y asegurar fidelidad en el mensaje medular. 5.- Adecuarse a los tiempos disponibles. 6.- Contar con un vocero de habilidad superior. 7.- Diseñar la escenografía correcta. 8.- Tener presente el sentido de oportunidad para su exposición. 9.- Tomar conciencia de la audiencia. 10.- Hacer un contraste permanente con las contra-narrativas o narrativas rivales.

La narrativa debe comunicar, aquello que quiero y necesito que mis audiencias tengan en mente, motivándolos a tomar decisiones de acción que me acerquen a lograr mis objetivos.

El no contar con una narrativa convincente nos hace vulnerables ante los objetivos y aspiraciones de otros que, de seguro, construirán las suyas.

El arte y la técnica de construir buenas narrativas

Venciendo al COVID-19